Hoy en día las empresas por lo general invierten una parte en formación en su rutina empresarial si es necesario, pero lo cierto es que generalmente la formación se sigue viendo más como un gasto que como una inversión, siendo así poco asidua.
Últimamente la mayor parte de las empresas europeas, han recortado o directamente dejado de invertir en actividades de formación.
Esto es un gran error ya que con la formación tendrían un capital humano más cualificado, difícil de encontrar hoy en día en el mercado laboral, y no tendrían que invertir tiempo y dinero en la selección de nuevo personal que puede que luego no tuviera la formación adecuada o necesaria para el puesto.
Además, con las nuevas tecnologías y los constantes cambios en todos los campos del entorno empresarial, la formación podría considerarse de vital importancia para supervivencia de la empresa siendo así más competitiva y pudiendo aventajar a la competencia. Con ella, la empresa estaría constantemente actualizada y podría corregir los fallos rápidamente.
La formación además de aportar una mejora en los conocimientos y habilidades de los empleados, les prepara para afrontar nuevas herramientas, tecnologías, la posibilidad de optar por un nuevo puesto de trabajo, aceptación de responsabilidades, aumentando así la calidad y motivación del personal.
La empresa sólo tendría que preocuparse de detectar las necesidades para elegir el tipo de formación y a quién dirigirlo; Identificar si dispone de los recursos necesarios y finalmente ejecutar un programa donde se refleje contenidos, objetivos, horario, evaluaciones etc..
Actualmente existen ayudas para implantar esta formación en las empresas de forma continua, financiadas por El Fondo Social Europeo y la Fundación Tripartita. Estas disponen de un crédito anual según los ingresos y los empleados de los que disponga, etc… reduciendo así el gasto de la formación.
Y todo esto tiene beneficios:
Si las empresas aplicaran formación continua para alcanzar una mejora en su empresa, esto sería notable a corto plazo ya que estos “cambios” afectarían tanto al empleado como a su actividad y por tanto a la empresa directamente.
No solo se mejoraría el clima y a la comunicación en la empresa sino que aumentaría la satisfacción laboral, la calidad y los empleados tendrían, así, mas oportunidades.
Como consecuencia se abriría el camino a un mayor logro de metas personales, una mayor integración y motivación aumentando así la eficiencia del personal.
Todo esto mejoraría la imagen de la empresa haciéndola mas atractiva tanto para empleados como para futuros clientes que se verían atraídos por una mejora en la calidad de los servicios prestados.
Podríamos decir que “La (In)Formación es poder”
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